martes, 25 de enero de 2011

A sugerencia.




El país de las últimas cosas es el mejor libro que he leído en este año (tomando en cuenta que apenas empieza el año y sólo llevo un libro). Paul Auster describe en esta novela la perdida total de la esperanza humana en una ciudad sin principio ni fin y como a pesar de eso Anna Blume sigue intentándolo, hasta encontrar a su hermano, una salida o la muerte, algo, cualquier cosa que le de un dirección; no, que le de un sentido a su vida. “Pongo un pie adelante del otro, luego el otro frente al primero, y sólo espero poder repetirlo otra vez”.

Estos son algunos de los párrafos que me gustaron más, espero que sirvan para poder explicar la sensación que experimenté al leer esta novela:

“...Cuando vives en la ciudad, aprendes a no dar nada por sentado. Cierras los ojos un momento, o te das vuelta para mirar otra cosa y aquella que tenias delante desaparece de repente. Nada perdura, ya ves, ni siquiera los pensamientos en tu interior. Y no vale la pena perder el tiempo buscándolos; una vez que una cosa desaparece, ha llegado a su fin...”

“...los recuerdos nublan mi mete, lo que ocurrió y lo que no ocurrió, las calles que vi por primera vez, los días, las noches, el cielo contra mi cabeza, las piedras extendiéndose a lo lejos. Me parece recordar que miraba constantemente hacia arriba, como si examinara el cielo por si faltara algo o sobrara algo, algo que lo diferenciara de otros cielos; como si el cielo pudiera explicar las cosas que veía a mi alrededor...”

“...la ciudad parece estar consumiéndose poco a poco, pero sin descanso, a pesar de que sigue aquí. No hay forma de explicarlo; yo sólo puedo contarlo, pero no puedo fingir que lo entiendo...”

“...Uno piensa que las cosas llegaran a su fin; las cosas se desmoronan o desaparecen y no se crea nada nuevo. La gente siempre muere, pero los niños se niegan a nacer, en todos los años que llevo aquí, no recuerdo haber visto ningún bebé recién nacido y, aun así, siempre hay gente nueva reemplazando a aquellos que desaparecen...”

Y es así como Anna se hunde en la miseria y la soledad, nada parece salir bien, y si algo es bueno no dura mucho, solo lo suficiente para mantenerla con vida unos instantes más, sólo en un par de ocasiones ella comenta que se encuentra bien, no feliz, bien.

“Victoria y yo no nos convertimos en pareja en el sentido habitual de la palabra. Mas bien, cada una de nosotras se convirtió en un refugio para la otra, el sitio donde podíamos acudir a buscar consuelo para lo soledad. Al final el sexo era lo menos importante. Después de todo, un cuerpo es sólo un cuerpo, y en realidad no importa si la mano que te toca es la de un hombre o la de una mujer. Estar con Victoria me brindó placer, pero también me infundio valor para vivir otra vez el presente. Esto era lo mas importante; dejé de mirar hacia atrás todo el tiempo, y poco a poco se fueron sanando las innumerables heridas que llevaba conmigo. No volví a sentirme un ser completo, pero al menos dejé de odiar mi vida...”

Al final y a pesar de todos sus males Anna sólo pide tener la oportunidad de vivir un día más. No importa si es para su bien o para su mal, el instinto de supervivencia la empuja a poner un pie delante del otro.

lunes, 24 de enero de 2011

Chico Valente

 
 
Chico valente
Chico valente era um sujeito forte
Saiu das bandas do norte
Foi pro rio para lutar
Ele andava com um casaco de couro
Tinha um chapéu de palha
No bolso uma navalha
Para quem lhe confrontar
Cabra valente alto forte destemido
Aceitava desafio
Pra quem quisesse lutar
E caminha com o corpo todo envergado
O jeito malandreado
No pescoço um patuá
Mas certo dia
O chico se apaixonou
Conheceu uma morena
E o coração lhe entregou
Mas olha um dia
A morena foi embora
E o chico que era valente neste dia ele chorou
Le le le le le
O chico que era valente nesce dia ele chorou, le le o
Le le le le le
O ele foi enfeitiçado pelo feitiço de amor
Le le le le le
Oi a morena foi embora e sozinho ele ficou le le o
Le le le le le
Mestre Barrao

sábado, 8 de enero de 2011

Safra.



Ayer regresé a Córdoba, Veracruz y hoy en la mañana, rumbo a mí trabajo atravesé los cañaverales que rodean todo el lugar, bueno, en realidad lo que atravesé esta vez, fue una exención de enorme de tierra cubierta de cenizas.

Todos los diciembres cuando las cañas han alcanzado su máximo potencial, los campesinos de la zona queman de manera controlada los cañaverales para eliminar las hojas aserradas de la caña de azúcar dejando sólo la vaina para ser cortada, esto, favorece al sabor del azúcar y de forma adicional impregna en el aire un olor a caramelo que despierta el apetito.

Pienso: “nunca antes en mi vida noté de tal manera las estaciones del año y como ellas transcurrían simultáneamente con cambios continuos pero paulatinos en mi vida. Por ejemplo, recuerdo que la primavera estalló un martes en la mañana, cuando deliraba en mi cama por culpa de una fiebre pasional provocada la noche anterior, mientras las jacarandas alfombraban las calles de mi colonia, pero las jacarandas desaparecieron y las lluvias de verano trajeron consigo a mi mamá, en una visita breve para presenciar mi titulación, una tromba me despidió de manera burlona, cuando derrotado y sin poder luchar, sin dinero y sin trabajo fui desterrado de una mina en Concepción del Oro (Zacatecas). El otoño fue mucho mas tranquilo y con mucho viento, que me llevo a un nuevo trabajo lejos de la ciudad, y fue entonces cuando al igual que los arboles, yo me pude desprender de las últimas hojas marchitas que quedaban del recuerdo de Macarena. El invierno trae consigo al frío, la migración de las aves, las posadas, la navidad y el año nuevo; y el año nuevo trae consigo la idea de renovación, de una reconfiguración de las cosas, de un cambio si no completo, al menos parcial”.

Al igual que la Safra que llega cada año, done una exaltación violenta de fuego y hierro estimula la transición de las cosas y las cenizas restantes quedan como relictos de lo que fue, alimentando a lo que será, el año nuevo se manifiesta en algunos como una necesidad de análisis que nos permita hacer en retrospectiva un balance general de lo que ha pasado en 365 días, a lo largo de cuatro estaciones (mi año nuevo lo pasé en un rave en la playa !!!).

Volteo nuevamente y observo de manera más detallada a mi alrededor... Noto que de entre las cenizas brotan nuevos retoños, recordándome que todo lo que empieza, nace de lo que ya terminó.