El ventilador se apaga, y el silencio se vuelve aun mas silencio.
Un perro ladra no muy lejos, en la carretera se escuchan pasar los camiones de carga de vez en vez, y el calor se vuelve mas sofocante.
Una vuelta a la derecha, luego boca arriba, boca abajo, de un lado y del otro. Abro los ojos para comprobar que aun estaban cerrados. ¿Lo estaban?...
Es aquí donde las metáforas terminan y la realidad empieza, donde el guerrero se quita la armadura para mostrar su cuerpo lleno de cicatrices, donde el Dios se vuelve hombre y el hombre se vuelve niño, y el niño llora solo en un rincón sin nadie que lo escuche y mucho menos alguien que lo vea llorar.
Es aquí y sólo aquí en el filo de mi cama, que me separa de un abismo negro y profundo de unos cuarenta centímetros. Es aquí, donde un torbellino de pensamientos y recuerdos, envueltos por el humo del cigarro me abruman y no me dejan dormir por segunda noche consecutiva.
Es ahora, en esta noche, mejor dicho en esta madrugada, cuando las despedidas son para siempre. Es ahora cuando titubeo y me congelo por el miedo a la batalla que se avecina y cuando pienso en todos los errores que cometí y sigo cometiendo y me pregunto si en verdad estoy listo, si podré lograrlo, y lo que es peor, me pregunto si vale la pena intentarlo.
La luz regresó y el ventilador se enciende nuevamente ( gracias Dios) intentaré dormir unas horas, aunque ya está apunto de amanecer
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