Creo en la REVOLUCIÓN como un acto de rebeldía y protesta
sublime, generalizada, fugaz y masiva. El acto de comunión de pesares y sentir
de un pueblo marginado y desconforme con un sistema corrupto, deshonesto y
desigual en su impartición de justicia y bienestar.
Creo en la REVOLUCIÓN como el acto masivo del cambio de las
bases mismas de la sociedad, la acumulación de granos de arena para formar desiertos
llenos de ideas y de principios morales. Como la única forma posibles de un bienestar tangible para mi y para mis
predecesores.
Creo en el grito de tristeza de los padres que clamas por
sus hijos, y de las multitudes encabronadas por la impunidad, y el descaro. También
creo en la mirada de los niños y creo en la luz del alba y el canto de las aves,
en el puño alzado, el andar de los caballos y el grito de protesta.
Creo en la semilla sembrada en la conciencia digna.