viernes, 12 de noviembre de 2010

Un manual para masturbarse.


“En las cálidas noches, mientras chicos cazaban chicas exuberantes detrás de los arbustos y debajo de la las estrellas, yo, tonto dedicado, yacía en mi cama sin compañía, excepto por los demonios lascivos de mi culpa insondable. Acobardado en una oscuridad seminal, licuescente con mi odio contra mí, atento sólo a la erección furtiva e ingeniosa de mi oscura sangre del escroto, temeroso como antílope, pero con firmeza de búfalo, celebré los derechos del hijo de Súa con sombría resignación...

...Es entonces, cuando el pánico posee mi garganta hundida, que me susurró a mí mismo: es verdad, sí te vuelve loco. Causa que el cerebro se suavice. ¿Por qué? ¿Por qué me gustó tanto?, ¿por qué no me detuve mientras me controlaba?. Bueno, de poco vale saberlo ahora. El daño esta hecho, se acabó la fiesta. Estoy destruido, hubiera sido mejor nacer sin manos...

...Era claro para mí que si algún día salia del mundo como el Genhis Khan atrevido de mis sueños, pasaría un rato muy incestuoso. Aún puedo escuchar a ese viejo loco reprobar con voz alta al pobre Onán, el primer onanista registrado en la biblia, agitando su puño y sudando como una comadreja enferma. “Desperdició su semilla. Oh qué acto tan desvergonzado y monstruoso. Lo tiró justo en el suelo, todo. Y esto molestó al Señor, y el Señor lo asesinó”...

...Llevé la pelota por todos nosotros,y la llevé más lejos de lo que esperaban. Yo era el Prometéo de mi tribu secreta, un virtuoso del pene, un pródigo de las gónadas, un relámpago de los espermatozoides, en resumen, el maestro de la masturbación.”

Christopher Trumbo.

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