Lo siento, cuatro años son mucho tiempo. Aunque si lo miro en sentido inverso la verdad es que no lo parece tanto.
Te contaría de mis viajes por Europa, del vino, de las fiestas, de las bellas mujeres, del arte, de la arquitectura, de la música, del frío y acojonante invierno, del verano cubierto de mujeres poco cubiertas. Te contaría de mi trabajo, la maestría y lo “ordenada” que está la casa, de mi nuevo colchón. Te contaría de Katy.
Pero ya no estas más. Y no puedo saber que es lo que opinas de todo esto, pero estoy seguro que recibiría un sermón por no haber terminado el master, un sermón por la puta tesis y porque nada mas me fui a España a echar desmadre y a cogerme a cuanta vieja se me pusiera en frente. Y en parte tendrías razón. Pero también sé que estarías muy orgulloso de mi… Orgulloso por mis logros y mi valor, por mi hombría, por mi empeño, por mi sacrificio, porque he llegado mas lejos y mas alto de lo que cualquier otro allá llegado…
Sin embargo yo me siento triste, muy triste. Me siento triste porque sin querer queriendo olvidé este día, y si no es por que la tía Eva me llama para invitarme a ir a visitarte lo pasó por completo. PERDÓN, no volverá a ocurrir, sólo ten presente que siempre yo te tengo presente a ti, y que seguiré haciendo las cosas para que de una u otra forma te sientas orgulloso de mi y de Sarita. Gracias por darme las herramientas del éxito y por enseñarme a usarlas, aunque no siempre lo haga así.
Siempre presente en mi.
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