jueves, 9 de septiembre de 2010

Días atras

Son raros estos momentos. Es la una de la mañana y recuerdo... ¿sera que extraño?, no se.

Veo ese viejo escritorio con una pata doblada y los bordes astillados que por muchos años fue la oficina de mi papá y esa horrible silla azul que no combina con ninguno de mis muebles (como pasa con casi todas las cosas de mi casa, nada combina), y no dejo de verme hace unos meses clavado ahí en esa misma silla, en ese mismo escritorio leyendo y releyendo artículos sobre geoestadística, y cálculos de infiltración y precipitación en cuencas hidrográficas. También recuerdo las jacarandas en el suelo y el olor a café por las mañanas y sobre todo la recuerdo a ella, la sabiduría que todo hombre quiere alcanzar pero pocos pueden tener, como le dijo un cabroncito que se la quiso ligar en un concierto usando la misma linea de ligue que use yo (sólo que a mi sí me funcionó).

Faltan pocos días para que mí vida cambie otra vez. No, para que se reconfigure-”todo principio no es mas que una continuación” me dijo ella alguna vez- y no dejo de recordar las noches en vela escribiendo una tesis que nadie va a leer, el sabor del vino, el sabor del café, el sabor del cigarro, el sabor de la mota, el sabor del whisky, el sabor del ron. Recuerdo todas esas noches de locura y las mañanas de soledad y trato de recordar sus rostros, sólo puedo recordar algunos... recuerdo las fiestas con mis amigos y el sonido de las fichas del domino golpeando la mesa y la cara de emputado que puso el Pimpollo una vez que le hice un zapato con Emilio (sí recuerdo esos rostros y siempre los recordare).

Recuerdo, no extraño... creo que de todo sólo la extraño a ella. La extraño porque me recuerda a esos momentos.

1 comentario:

  1. jajaja... bueno, ya te leí... entiendo eso que extrañas de ella... pero así es la vida compadre!
    abrazos

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